ríos de agua salada.

16 mayo 2010 at 12:06 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Otro día festivo más con un horario desproporcionado. De 12 de la mañana a 9 de la noche y con media hora para comer. Pero no importa, al final se verá recompensado por el maldito dinero, que aunque sea tan horrible nos permite comprar nuestros deseos. Ojalá todo estuviese en venta. Ojalá que tú estuvieses en venta. Sería algo tan satisfactorio poder comprarte tanto a ti como a esa rebeldía tuya que tanto me enoja y me molesta… al menos así no me harías tanto daño. O alomejor va en tu maldita naturaleza hacerme daño, y el problema lo tengo yo que no acepto que no debo comprarte.

Y quizás otra tarde de sábado absurda encerrada en casa no es lo que debería hacer. Sé que no debería recrearme en mi dolor y hacer de esto el resto, pero joder… han sido demasiados palos en muy pocas horas. Joder. Joder. JODER! Si es que me siento tan jodidamente sola… daría lo que fuera por el abrazo de un amigo de verdad en estos momentos. Dónde estáis?

[SILENCIO].

Enlace permanente Deja un comentario

el miedo más interno.

10 abril 2010 at 3:31 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Como explicároslo, estoy hasta el moño de escuchar música, son las 4.25 y estoy hartita. Pero si corto la música me embargará el miedo de la soledad total, aunque tengo a un gran amigo al otro lado de mi conexión y estamos hablando animadamente, en el momento en el que quite la música me sentiré tan sola y fría que sufriré como estos días atrás.

Sí, ese es mi mayor miedo. La soledad. La nada, el vacío, la ausencia de vida consciente. Hablar y escuchar a tu eco. Pedir ayuda y que nadie responda a tus gritos. Morir sola. Terriblemente sola. Tan sola que escuche hasta el último de mis estertores.

Definitivamente no sirvo para vivir sola, ni para existir siquiera sin una consciencia a la que llamar amiga. Siento si a veces no os valoro… pero yo sin vosotros preferiría no existir.

[Sin saber escribir. Otra época de sequía. Que va a ser de mí?…]

Enlace permanente Deja un comentario

Sin ser, ni oír, ni dar…

10 marzo 2010 at 8:56 pm (La misma bazofia pestilente de siempre)

Otro día más postrada ante la reluciente pantalla del portátil. De la cama a la mesa y de la mesa a la cama, sumida en una depresión que esta semana parece no tener ni principio ni final. Tristeza y color gris, frialdad desde el día hasta la noche y aún más oscuridad cuando caen lágrimas de pena infinita mientras Lorenzo duerme. Nada deja de ser tormento, ni la luz ni la oscuridad.

Vuelvo a estar postrada ante la reluciente pantalla del portátil. Ajena a todo ser vivo de este maldito planeta, contemplo cómo la vida se endurece con cada minúsculo paso que das. Cómo, cuando te sientes sola, la gente no te ayuda, sino que te ignora completamente y te da la espalda. No lo hacen con mala intención, simplemente, están demasiado ocupados para escuchar.

Me siento tan míseramente sola…

Enlace permanente Deja un comentario

Fiebre del sábado noche.

14 febrero 2010 at 1:00 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Pues sí, fiebre es lo que yo tengo, pero del cabreo que manejo. Menuda putada… vale que ayer me desfasara como una puta enferma mental pero es que odio esto de estar de vacaciones y en mi casa porque mi madre «me echa de menos». Me echa de menos se traduce en sentarnos en el sofá sin decir palabra mientras ella ve mariconadas como La Noria, Sálvame Deluxe o una peli mala que pongan en la puta televisión. Y mientras, todos mis amigos de fiesta. Todos todos todos. Y encima, yo sin tabaco. Hoy es de esos días que me gustaría olvidar sin más.

Y de mientras mi cabreo no es que aumente; es que revienta a cada momento

Enlace permanente Deja un comentario

Apéndices atrofiados

9 febrero 2010 at 6:01 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Siempre consideré que mis dedos eran los apéndices que conseguían que mi escritura resultare fluida a la lectura, agradable, sensual y enigmática para los ojos y el raciocinio del que aquí entrase a leer. Eran como el último punto de conexión entre mi cerebro y lo que aquí relato. Pero hoy se encuentran torpes, furiosos, indignados ante tanta hostilidad reflejada en la desconfianza. Hoy la ira me sube por el pecho y se acaba instaurando como régimen vigente en mi alma, sí, es algo físico como el fuego pero también me resulta psíquico, pues deja una pena tan grande y devastadora a su paso que ningún remedio, ninguna caricia ni ninguna palabra pueden paliarla.

Así es, me han traicionado una vez más, inmiscuyéndose en lo que es mío, profanando el sacrílego lugar de mi intimidad y , una vez más, desconfiando. Pero no nos equivoquemos,  no va a volver a pasar. Ya no más.

Si no hubieras vuelto a fallarme… hubieran sido tan dulces mis últimas palabras para ti… traidor.

Enlace permanente Deja un comentario

Desahogo desesperanzado.

5 febrero 2010 at 4:44 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Ahora, a las horas en las que no se debe estar despierto a no ser que seas uno de los hijos de la noche, yo necesito desahogarme. Debería estar durmiendo, puesto que jamás me consideré una hija de la Luna. Pero bueno, a todo se aprende, y entre lo que se aprende se encuentra la tristeza de aullarle a la Luna de vez en cuando. Con gemidos lastimeros, gritos del dolor más profundo o con silenciosas lágrimas. Luego hay otra manera, que es la de escribir, dando furiosos zarpazos a las teclas del ordenador o destrozando la punta del bolígrafo contra el papel. Yo me he decantado por esta primera.

Que porqué? Porque creo que ha de haber constancia de que he abandonado la esperanza por el mundo. Sí sí, por el mundo. Pienso que acabo de romper definitivamente los finos lazos que até alguna vez a la esperanza de que algo cambiara. Y, curiosamente, sólo ha hecho falta algo. Una frase, que aun horas después de haber escuchado sigue asqueándome y produciéndome arcadas. Porque, en fin, yo pensaba (y me equivocaba) que los sentimientos y el interior de las personas era lo que realmente importaba después de todo. Pero no, la vida me demuestra una vez más que el sexo y el dinero mueven y moverán el mundo hasta el fin de los días. El sexo, el placer, lo lascivo, lo que nos hace sentir bien físicamente. Lo que nos atrae. Lo que nos excita. Lo que saca nuestro instinto más primario a la luz. Lo que nos convierte en verdaderos animales.

Pues lo siento, pero me niego a ser así. Cierto es que disfruto con los placeres físicos, pero siempre guardé la esperanza de que se puede renunciar totalmente a ellos si así el corazón lo exige, puesto que prima sobre lo primero. Debo de ser un especímen de humano muy extraño, porque cada vez me da más la sensación de que soy la única que sigue pensando eso. Yo pensé… yo pensé muchas cosas. Sobre almas gemelas y cosas así, sobre otras mitades y sobre algo que marcara un punto de salida, un algo que se encontraba en la persona que le da sentido a todo. Ya no hay sentido. Ni persona. Ni un todo. Ya no hay nada. Puede que a ti, querido lector, te resulte ciertamente dramático y exagerado esto que aquí ahora expongo. Puede que a mí, mañana, también me lo parezca. Quizás no debería ser tan sincera en este sitio, recordemos que lo hice público y que aquí soy más sincera de lo que nadie puede llegar a pensar. Pero no me importa; hoy todo me da igual. Volviendo al motivo de este texto, que no era otro que escupir el veneno que me está corroyendo por dentro, me veo en la obligación de afirmar que la esperanza ha muerto para mí, la ilusión, la importancia que he podido darle alguna vez a algo. Para el que quiera asistir, el entierro se realizará el domingo, aún no sé si por la mañana o por la tarde. Pero será el domingo, el domingo daré sepultura a todos mis recuerdos, mis sueños, mis esperanzas, mis ilusiones y mi capacidad de disfrutar de ese sentimiento tan lacerante y adictivo que es el amor. Se instala el invierno en mí, un invierno que pienso hacer permanecer aquí indefinidamente. Un invierno tempestuoso y frío, muy frío.

 

Y ahora, como dicen los de Clave Maestra… a seguir a la Ballena Azul.

Enlace permanente Deja un comentario

De cosas de madres.

3 febrero 2010 at 12:13 pm (La misma bazofia pestilente de siempre)

Bueno… creo que deberíamos comenzar comentando mi situación actual, para aquel que no la conozca. Yo soy estudiante de periodismo de primer año en la facultad de Málaga. Si alguien lo recuerda y tiene un mínimo de intelecto, deducirá sin mucho esfuerzo que al ser de Granada no vivo en la casa de mis padres, y tengo que alojarme en una residencia de estudiantes o en un piso. Yo vivo en la primera, en una residencia. La resi sin ley por descontado, pero vamos, que más feliz que una perdiz (mi madre quería meterme en una que tenía hasta tutorías personalizadas y clases de apoyo, venga ya, que estamos en la facultad, vamos a aprender a ser un poco autodidactas y responsables, no?). El caso es que yo aquí vivo bien, con mis amigos Gorgorita, señorita Nori, J.Colorines, el filósofo Barbas, el gran Alemán… y un largo etcétera. Vivo feliz y sin demasiadas preocupaciones, excepto cuando es febrero, en fin, cosas de estudiantes.

Pero no me voy más por las ramas y me centro en lo que quería decir; como estoy estudiando fuera y ahora estoy de exámenes, digamos que a veces me quedo una quincena completa aquí en Málaga. Y claro, mis padres me echan mucho de menos porque en fin. no sé porqué, si luego no paramos de discutir ni un sólo minuto.Y hoy, aprovechando que iban a Ikea (bendita factoría de cajas planas) han decidido pasarse a hacerme una visitita. Hasta aquí bien, a todos nos gusta que si estamos estudiando fuera nuestros padres vengan a visitarnos. Bueno, el caso es que yo sabía desde hacía varios días que iban a venir, así que ayer decidí que había que hacer limpieza y sacar las pelusas que llevaban meses aquí (sí, que desconsiderada soy, no limpio todas las semanas, porqué? Porque me da pereza y soy estudiante, ale, suficiente es con esa explicación), pelusas que superaban con creces el tamaño de mi Golden Retriever cuando era un cachorrito.  Bueno, después de una hora de limpieza exhaustiva, en la que me ha faltado pasar la lengua por las repisas para ver qué tal habían quedado, y oliendo divinamente a pino, yo me quedé satisfecha. Así que me fui a dormir, pero por culpa de hablar más de la cuenta por teléfono con el señor Goldo, hoy me he quedado dormida y me han despertado mis padres. Y sabéis qué? Mientras mi padre veía cómo estaba manteniendo la impresora, mi madre ha echado una despectiva mirada en derredor y ha dicho con un lascivo e insultante tono desaprobatorio: «La habitación de tu compañera está peor, pero la tuya tampoco se sale». Así. Sin tener en consideración mis esfuerzos. Y yo claro, me he quedado planchada. Y mientras me soltaba el rollito de «no te enfades porque no tienes motivos, sólo te digo lo que hay», yo he llegado a otra de las verdades verdaderas de la historia del ser humano.

Da igual suegra que madre. En cuanto te independizas, todas te llaman guarr@ cada vez que pisan tu casa.

Os he comentado que no voy a tener hijos, no? :S

Enlace permanente Deja un comentario

con la conciencia limpia

30 enero 2010 at 12:53 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Sabes qué? Iba a escribir un texto despotricando en tu contra, desahogándome por tanta putadita que sigues poniendo como el que no quiere la cosa.

Pero no, no voy a hacerlo. Por varios motivos:

1. Te he amado lo suficiente para no desearte ningún mal.

2. Quiero, realmente y de verdad, que seas feliz, muy muy feliz.

3. Hay gente que no me deja sola en ningún momento, no me fallan, y ellos no lo han prometido tal y como hiciste tú y luego han roto esa promesa (aunque tú asegurabas y perjurabas que lo que prometías no lo rompías, fíjate, al final eres igual de mala persona que yo!), ellos están al pié del cañón.

4. Sé que algún día me reiré de esto y de todo el daño que me has hecho y me sigues haciendo.

Así que sigue todo lo que quieras, porque no haces otra cosa que hacerme fuerte y demostrarme una vez más que puedo tener la conciencia limpia porque bueno… mejor sola que muy mal acompañada, no¿?

Au Revoir!

Enlace permanente Deja un comentario

De cómo confundir oro con estaño.

28 enero 2010 at 1:06 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Hay cosas que cuando terminan se ven mejor, peor, son el resultado de un trabajo sólido y constante o del desinterés. Porqué esta frase para comenzar el texto de hoy? Para intentar explicar cómo se crea un híbrido de estos dos: una gran falta de interés y un trabajo sólido y constante.

Ante todo, disculpen ese primer párrafo de enagenación mental, quiero disculparme por no haber escrito ni una letra en estos días, pero mi estado de salud no me lo ha permitido.  Para el que le interese, he estado con placas de pus (una delicia eh), y como que no podía pensar mucho.

Hoy tengo un tema que tratar: la traición. Y más que la traición, las cabronadas, sí, coloquio que corresponde al acto de hacer daño intencionadamente a alguien. Cuando se hacen una vez son perdonables. Cuando se hacen dos veces, duele. Pero cuando se hacen a lo largo de un largo período de tiempo… acaba por dejarte totalmente vegetal en lo que a sentimientos se refiere. Sé que el texto de hoy no tiene coherencia, pero creanme, no soy capaz de razonar mas allá que esto, no por nada, sino porque la impotencia, el sentirme humillada y traicionada, aguantar una cabronada más esta vez… yo tambien tengo un tope. Y cuando te hacen sufrir durante un año entero, cuando tú luchas a contra corriente por algo que tú consideras tu propio Santo Grial, y después te das cuenta que no es más que un cacharro desvencijado de barro… qué les voy a decir? La palabra decepción se queda corta. Y más cuando la gente que más te quiere te ha dicho desde el primer día que porqué cargabas con un cacharro tan inutil y tan pesado si realmente no lo necesitabas para nada.

Pues llevais razón: me alegro de que mi cacharro se haya roto, porque, efectivamente… no lo necesitaba para nada. Sólo me estorbaba en mi camino, sólo me impedía crecer como persona.

Nada más que decir, simplemente, que el que se de por aludido… en fin, no voy a ser yo la que diga nada, el refrán mismo lo dice, «el que se pica ajos come».

Buenas noches y buena suerte 😉

Enlace permanente Deja un comentario

Jaulas de titanio

22 noviembre 2009 at 2:17 am (La misma bazofia pestilente de siempre)

Era tan fácil pensar que se podía cambiar la situación en un segundo que hasta la figura que yacía dentro de la jaula inquebrantable sostuvo esperanza. Era un cúmulo maloliente de harapos y huesos, consumida la carne ya por el tiempo que llevaba ahí dentro. Dieciocho años. Dieciocho años sin ver la luz del sol, sin poder disfrutar de un tenue rayo tibio que alumbrara esos ojos, en otro tiempo bellos, ahora cegados por la oscuridad. Desde que había nacido fue encerrada allí, sin derecho a hablar, a discutir, a reivindicar. Con una mordaza de hierro en la boca, que le había provocado tales infecciones y heridas que aquel agujero no se podía llamar ni siquiera así, evocando al órgano con el que tan bellas sonrisas había producido en otra época.Ciega. Muda. Y casi sorda, y casi loca, y no del todo cuerda, y casi enferma y no del todo sana. Un despojo creado por la cohibición de unas personas que habían puesto a un autómata suplantando su identidad. «Sí papá. Sí mamá.» Éstas eran las únicas palabras que el autómata debía decir, o la esencia que se ocultaba entre el titanio de los barrotes era duramente castigada. Su integridad, su personalidad, su autodidactismo. Todo eso sufría el castigo si la autómata fallaba.Pero por una vez, tuvo esperanza. Parecía que algo dentro de sí misma se revelaba. Crecía. Hervía de rabia, de furia, de años de cautiverio injustificados. Por una vez creyó que podía salir de la jaula.

 

Pero sólo duró un segundo. Más tarde,mientras sufría la tortura por su intento de rebeldía, se preguntó a sí misma cómo había sido tan estúpida al pensar que de verdad podía salir de allí.

Enlace permanente Deja un comentario