Lo he visto!

24 enero 2010 at 1:58 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Acabo de ver cómo las nubes se han comido a la luna. Que sí! Que lo he visto con mis propios ojos! Así que ahora no hay luna. No habrá nunca más luna, o al menos, nunca volverá a existir la luna del 23 de enero. 24 ya, que son las dos de la mañana.

Y un gato le ha maullado a la luna, protestándole por haberse pirado sin dar explicaciones. Ha sido un maullido de enfado, claramente, porque se ha quedado sólo con la fría luz de las farolas. No hay derecho, ese gato tan abandonado y yo tan sola. Tan sola como la luna, que ha preferido dejarse comer que seguir esperando a que el sol le haga caso.

En el fondo la entiendo, está como yo, hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón, de trovadores de contenedor.

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Factoría de ficción.

23 enero 2010 at 12:05 pm (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Últimamente mi producción escrita ha aumentado de ritmo y de cantidad pero… ha empobrecido su valor de una forma en verdad notable. Yo lo sé, vosotros lo sabéis: ya no escribo tan bien como escribía antes. No es por nada en particular, y he de decir que esto tampoco es algo que me produzca miedo o diversos efectos derivados del pánico, sé que cuanto peor estoy emocionalmente más escribo y menos razono, he aquí la razón de tanto texto malo. Y la cosa es que siento que hay un mecanismo que cuando estoy mal y mi vida comienza a ser algo ficticio, este mecanismo se activa y no me permite sacar lo que llevo dentro, me siento atascada, tosca y torpe.

Ahora, realmente me encuentro en uno de esos momentos. Porque veo que me quedo sola, cerrando el corazón herméticamente para que nada salga y, lo más importante, para que nada entre. Y a veces me sucede que tengo un momento de lucidez y pienso, de verdad estoy haciendo bien? Merece tanto la pena? Y entonces te acuerdas de todo de lo bueno y de lo malo, de las putadas, las sorpresas, los insultos, las palabras de cariño, los amaneceres abrazada a él, irte llorando en mitad de la noche, su sonrisa, sus gritos, sus besos, su hermetismo… y entonces ocurre algo, por pequeño que sea, algo, que te hace pensar en lo que estás haciendo.

Y te das cuenta que todo es un enorme producto de la increíble factoría de ficción que posees en tu cabeza. Y te das cuenta por vez vigésimo octava que ya nada va a volver a ser como antes. Ni para mal… ni para bien. Perfecto, vuelvo a arrepentirme de dar tanto por nada.

Si es que la señorita Nori llevaba razón… no hay motivos para dar tanto.

Sé que dentro de unos minutos me arrepentiré de haber escrito esto y quizás mi ataque momentáneo de pánico me obligue a borrarlo pero… hagamos de tripas corazón y voluntariosamente dejemos vivir a este nuevo hijo mío.

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Arriba la inspiración

19 enero 2010 at 7:22 pm (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Pues sí, hoy es un día de esos en los que te despiertas contenta y la contentura te acompaña todo el día. Sí, sé perfectamente que contentura no existe, pero este es mi blog, asi que yo mando, que pa algo soy la jefa (como bien me llama mi querido amigo el Señor Goldo). Pues bueno, hoy me he despertado de buen humor y con un olor agradable, algo así como a pan recién hecho. Aunque no literalmente claro, estamos locos? Cómo va a oler a pan recién hecho a las 1 de la tarde? Bah, yo me entiendo.

El caso es que estoy de lo más optimista, y tengo que darle la razón a mi compañera de habitación, llamémosla Gorgorita, no sé porqué, se me acaba de ocurrir y va a ser su nombre para siempre.  Gorgorita me dijo anoche que si una moneda te sale 6 veces seguidas cara, es porque el destino te está mandando una señal. No significa que tú tengas o no que hacerle caso. Simplemente él te la manda, te la enseña, hace que te des cuenta de que es un buen momento para escucharlo… y te invita a cogerla. Como todo en esta vida vamos, la tienes delante, la quieres o no la quieres?

Yo la quise anoche. Quise elegir lo que el destino me ofrecía, y le hice caso a la cara de la moneda. Y gracias a eso hoy estoy inspirada y me apetece escribir. Así que me dispongo a ello!

Ah, no , mierda! Tengo que estudiar lengua. La inspiración se tendrá que esperar a más tarde.

¿Porqué hay un debo y un quiero? ¿No podría ser todo la misma cosa?

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increible todo

18 enero 2010 at 7:56 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

No sabía yo que a las 7 de la mañana todavía no era de día. Porqué será?¿

Al igual que no sabia que cuando te despiertas con frío, el frío te dura todo el día.

Yo ya no me acordaba de cómo un volcán podía revolver al agua mansa. Y de hecho aún no me acuerdo, tengo la idea, la teoría, sólo falta perfeccionarla de nuevo y volver a ponerlo todo patas arriba, en ese caos tan preciso que es nuestra vida en común. Caos o cosmos? O la misma cosa?

En fin, hablando de teorías, me voy a que me den mi primera follada como universitaria, Teorías de la Comunicación será mi primer cero de la carrera =S porqué no estudiaré?

Au Revoire!

P.D.: Sí! Me he levantado a las 7 señor golDo :3

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Y me pregunto porqué.

5 enero 2010 at 4:09 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Hoy es un gran día. Como cualquier joven de 18 años que se precie, me he sacado el carnet de conducir. Sí, a la cuarta el puto práctico, a la primera el teórico. Lo que demuestra que ni sirvo para la práctica ni para la teoría (ya que sólo hice un cuarto de los tests obligatorios), pero eso sí, no me moriré de hambre si sigo siendo lista.

Pero bueno, hoy es día de celebración, por el carnet, por cortarme el pelo y por darme cuenta de una de esas verdades verdaderas de las buenas absolutas de la historia de la humanidad humana. Y voy a pasar a contaros porqué.

Hace unos años (más de los que me gustaría recordar porque parece que fue ayer pero ya han pasado cuatro añitos) mi padre cobró un dinero que le debían de un negocio y lo invirtió en el sueño de su vida; hay quien compra terreno, hay quien invierte en pisos… pero él decidió invertirlo en su ilusión. La ilusión de mi padre no era otra cosa sino un mercedes. Y qué mercedes señores. ML 320, es decir clase C, cuero beige dentro, azul noche por fuera, automático, con todos los extras (menos el DVD, mi padre siempre ha pensado que ya vemos suficiente televisión en casa) y un motor lo suficientemente potente como para ponerse a 200 km/h sin mucha presión. Evidentemente, es el coche de MI padre, y evidentemente, como hija suya que soy, mi ilusión siempre ha sido que me lo deje. Y evidentemente mi padre siempre me ha dicho que me puedo comer una mierda.

Hasta hoy.

SÍ JODER SÍ! HASTA HOY MALDITA SEA!!! Porque hoy cuando me he despedido de mi novio y he ido a la plaza donde me recogían mis padres he visto como don Agustín (mi susodicho padre, hasta que aparezca algún otro que reclame mi paternidad, cosa que dudo bastante) se bajaba del coche y me cedía el puesto del piloto sin una palabra (es decir, sentándose donde el copiloto y poniendo cara de «si rozas mi coche con una ramita estás muerta») y me ha dejado conducirlo. Imaginaos la sensación de libertad, yo acustumbrada al corsa de la autoescuela, como mucho al Laguna del curro de mi padre (el que voy a utilizar yo ahora jjiojiijijo) y de repente ese pedazo de burra, esa jaca, esa maravilla de carro que ronronea con posar el pie en el acelerador… (sí, le he adjudicado adjetivos femeninos, es que veréis, desde que llegó se llama Merche, el ojito derecho de papá) ha sido algo nuevo. Y sabéis qué?

Que no ha sido para tanto. Ha sido como perder la virginidad. Como entrar a la facultad. Como cobrar tu primer sueldo. Algo que esperas demasiado tiempo con demasiada esperanza y que después, te deja un poco con sensación de «esto es todo?». Quizás este es el verdadero sentido de la vida. No esperar tanto de la muerte y no agobiarnos tanto con la espera.

Pero aun así, no sabéis lo que voy a vacilar cuando le diga a todos que me han puesto el coche de mi padre en las manos. ESO SÍ QUE ES PLACER!!!!

P.D.: Adjunto foto mía con mi magnífica L de Lerdo (ups! digo de nobeL!).

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Jorssssssssssssssst!

22 diciembre 2009 at 12:36 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Nooooooooooooooooo puedo creerme que haga ya un mes desde la ultima vez que me sinceré aquí para mí misma… bueno, lo bueno de que absolutamente nadie (excepto lope de muy vez en cuando) te lea es que no tienes porqué dar explicaciones de cuándo escribes y cuándo no.

Y hablando de dar explicaciones… alguien (jiji cómo me mola pensar que alguien lee esto xD) se ha parado a pensar alguna vez en el hecho de que nos pasamos la vida dando explicaciones? Sí sí, no estoy diciendo ninguna locura: primero son los padres, a los que en realidad te pasas dándoles explicaciones toda la vida. Luego la pareja, que como pareja que es no puede evitar preguntarte qué haces con tu vida, adónde vas… esas cosas que a algunos molestan más que a otros (pa quien le interese, a mí no me molesta). Los jefes, expertos pedidores de explicaciones: qué haces, en que inviertes el tiempo, qué más puedo cargarte, en qué estoy gastando mi dinero.. y bla bla bla. En fin, jefes. Luego están los hijos, que son tan sumamente maleducados que te piden explicaciones de porqué se oían ruiditos raros la otra noche, o porqué vuelves tan tarde, o porqué se tienen que quedar con sus hermanos pequeños… en fin!

Sólo explicaciones. Y sabéis que opino?

Que a mis padres ya les he dado suficientes explicaciones

Que a mi pareja le cuento todo porque me da la gana, no porque me exija explicaciones

Que mi jefe es mi padre, y reitero lo primero, ademas de añadir que le da cosa despedirme si le contesto mal (XD)

Y que como no voy a tener hijos, pues sanseacabó!

Ale, a ser libre cual pajarillo!

[Lo mejor de todo es que me creo nada más que yo y yo misma que de verdad nunca tendré que dar más explicaciones. Ay… ilusa de mí]

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tergiversando palabras

17 noviembre 2009 at 8:37 pm (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Hay gente que o no quiere, o no entiende las palabras.

Confunden control con preocupación.

Confunden querer con poseer.

Confunden tristeza con enfado.

Y ahora, quiero saber porqué. ¿Es más fácil sentirse víctima para poder hacer lo que uno quiere, tratando de esa forma de tener la conciencia calladita, que enfrentarse a las palabras que no son de otra índole sino de preocupación? Quizás es que yo he sido siempre demasiado complicada incluso para mí misma. Quizás es que los que confunden y tergiversan mis palabras y mis actos son más complicados de lo que se creen, o menos de lo que yo pienso. Vigilancia. Claro. A más de 100kms, vigilancia. El mundo se está volviendo loco y me está llevando a mí por delante. A mí, que para variar no me entero de nada.

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Criogenizados.

11 noviembre 2009 at 1:32 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Cambios. Todos los seres humanos buscan cambios, generalmente para algo mejor, para mejorar su situación, su vida, su forma de ser.

Os abro los ojos (já, como si yo pudiera hacer eso desde mi mero papel de joven de 18 años): los cambios no existen.

Sé por experiencia propia que hay gente que se adapta mal, que nunca termina de congeniar con el entorno y piensa que un cambio radical va a hacer que todo sea mejor, que todo valla bien. Pues no, lamento informaros que no, que te cambies de ciudad no significa que cambie tu vida (en mi caso, sigo pasando una cantidad de horas cuestionablemente saludables para una persona delante del ordenador aunque ahora sí viva en una ciudad grande) para mejor, no significa que te vas a volver estudiosa, responsable, ordenada y todo lo demás… te vuelves estudiosa cuando pasas los primeros cuatrimestrales y ves que por no llevar el ritmo te vas a quedar dos años en primero; te vuelves responsable cuando ves que ya nadie te va a dar un empujoncito para que te sientes con un libro unas horas, o para que vallas a clase (en mi terrible caso, fallo garrafal eso de levantarse para ir a clase); te vuelves ordenada cuando las pelusas de tu habitación tienen el tamaño de tu golden retriever cuando era un cachorro y los platos se te amontonan en una torre de dudosa solidez en su estructura; y por último, te vuelves ordenada cuando ves que no eres capaz de encontrar un solo folio sin garabatear en toda tu pequeña casa. Sí, alguien puede pensar, ¿pero no has conseguido cambiar a mejor? Y la respuesta es sin duda sí, pero no por el motivo de estar viviendo en otro sitio ni de haber emprendido una vida nueva. No. Es porque simplemente te has puesto, has dicho «voy a recoger este antro» y lo has hecho,  has desempolvado el libro de texto para al menos echarle un ojo o has escuchado a tu conciencia.

La clave está en saberlo. Simplemente coger un día al toro por los cuernos y comenzar a, como vulgarmente se le dice, poner los huevos en la mesa. Pero no te equivoques; los huevos tienes que ponerlos contra ti mismo, no contra el resto del mundo. Porque es muy difícil cambiar tu vida cuantos más años tienes. Porque todos estamos estancados en la misma basura rutinaria. Pero piensa que si estamos criogenizados en esa vida que nos atormenta, es porque no hemos sido capaces nunca de dar la patada.

 

Y lo más triste de todo es que aún no soy capaz de darla.

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Me van a salir canas.

4 noviembre 2009 at 12:21 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Pues sí, con dieciocho añitos y me van a salir unas canas de aúpa. Porqué? Pues disgustos, disgustos y más disgustos, ver cómo la persona más importante para ti ni se cree que te importe ni es capaz de dejar de ser hermético, es incapaz de hablarte sobre sus sentimientos, su estado físico, y aun así la culpa es íntegramente tuya, porque claro, como no te importa lo que le suceda…bah.

Estoy harta de tanta mierda. Podría decirlo con palabras mucho más dulces, refinadas, apropiadas diría yo. Pero qué va. Me he cansado de utilizar palabras bellas, de colorear todo de rosa para que en vez de una crítica o algo que me ha hecho daño o me ha dolido en una medida importante parezca casi un piropo. Que digo las cosas como las pienso? Sí, y aun así pienso que debería de decirlas mucho más alto y mucho más claras, puesto que parece que ni siquiera diciéndolas como las digo nadie me escucha.

Siento si en algún momento he dicho algo hiriente, siento si en algún momento mi falta de tacto ha sido extrema. Pero lo pienso. Ese es el quid de la cuestión. Lo pienso, es mi perspectiva sobre ese o aquel tema en particular, y como es mi propia perspectiva, como es mi propia idea la que he de comunicar, no voy a callarla. Que porqué? Porque puede salirme una úlcera por dentro, y me basta con tener un principio de la misma debido a mis cuestionables hábitos alimenticios (si algún niño lee esto, que se olvide del ketchup, de la Coca-cola y de fumar en ayunas, de verdad, que no es bueno!!). Dejando de un lado el tema de mi incipiente úlcera, que tampoco creo que sea algo tan importante sobre lo que escribir un texto, volvamos al tema de cómo digo las cosas. Sí, directas. Sí, mal sonantes, pues creo que soy la estudiante de periodismo con peor vocabulario de mi clase, al menos. Sí, en muchas ocasiones hirientes. Pero sabes qué? A veces sólo lo que nos deja una herida es capaz de hacernos reaccionar a tiempo. No voy a dejar que te tuerzas más. No por mí, que yo no saco nada en claro ni nada que me valla a beneficiar directamente a mí misma. No no, lo hago por ti. Porque no te voy a dejar destrozar tu vida a no ser que me eches de ella. Y sí, se que duele leerlo o escucharlo. Pero duele mucho más decirlo, que no te quepa duda de eso.

Que duele lo que pienso? Despierta: la verdad en sí duele.

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Nuevas rutinas

30 octubre 2009 at 5:17 pm (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Yo soy esa chica que cada mañana le pide cinco minutos más al despertador. Esa misma que, en lugar de cinco, pasa veinte entre las sábanas. Esa que por pasar ese tiempo en la cama, no tiene lugar a lavarse el pelo adecuadamente, por lo que se lo recoge en una coleta no muy aseada y, sin apenas tiempo de beberse el café, corre hasta la parada del bus para coger el último antes de que comiencen las clases. Soy esa que, dentro del bus, adora escuchar Sonata Arctica o Extremoduro lo suficientemente fuerte como para no oír el deprimente murmullo general de las ocho y veinte de la mañana. Soy esa chiquilla que llega a la parada del bus, mirando el reloj impaciente mientras hace el cálculo del tiempo que va a tardar en llegar a su facultad y si, una vez más, va a llegar tarde. Soy esa que da un alegre saltito para cruzar el tranco que hay entre el parking en obras y la acera, esa que lo hace sin importarle si parece infantil o estúpido, pues hace ya mucho que lo que la gente piense o deje de pensar le da igual. Soy la que, como siempre, entra tarde a clase de Análisis con la cabeza gacha, notando en la nuca la mirada severa pero permisiva de su profesor. Soy esa chica, esa que es de las pocas que no bostezan largamente al escuchar, a lo largo de dos horas seguidas, el relato de la Guerra Fría o el genocidio franquista. Soy esa que sale de clase con la necesidad apremiante de darle unas caladas al cigarrillo que le ofrece su compañera, que tiene hambre sonbre las once de la mañana (pues recuerda que no ha desayunado) y va y se compra una caña de chocolate, un donut o algo similar en la cafetería para devorarlo antes de que acaben los cinco minutos de descanso entre clase y clase. Soy esa que acaba más pronto que el resto sus clases, pues fue tan vaga al elegir optativas que se conformó con inglés básico, motivo de que su horario no llegue a las veinte horas lectivas a la semana. También soy esa que coge el bus de vuelta a casa, que entra en su apartamento, lava los platos de la noche anterior a ritmo de Marea, La oreja de van Gogh, Alex Ubago, Café Quijano o simplemente alguna canción a piano, de esas que llenan completamente el ambiente con sus espectaculares notas. Soy la que se hace de comer cualquier cosa que encuentre en la nevera y esté en buen estado, que vuelve a sentir pereza de lavar los platos que posiblemente fregará al día siguiente. Soy esa persona a la que a las cuatro le entra la morriña, se tumba, pega una cabezada. Soy esa a la que el hecho de que la alarma de incendios salte sobre las cuatro y cuarto le hace pronunciar una sarta de palabras ciertamente malsonantes, se da la vuelta en cuanto acaba y se vuelve a dormir, eso sí, siendo siempre despertada por el sonido del skype, del teléfono, o de la puerta. Aquella que pasa las tardes muertas pensando en lo que tenía que hacer y no ha hecho, pues estaba ocupada en buscar tonterías en el youtube, conectada al Messenger o simplemente mirando tuentis. Soy la que a las ocho le da por tener conciencia y comienza a pasar apuntes como una loca, porque, en fin, es la carrera. Mi sueño. Mi meta. Mi vida. Soy esa chavala que a las nueve y media tiene otra vez hambre y vuelve a asaltar la nevera en busca de algo comestible, algo que ha sobrado del medio día o alguna cena de cuestionable sanidad, pero eso sí, agradable al gusto. Soy la que a las diez se toma un té, se lía un cigarro y procede a fumárselo, placenteramente, viendo cualquier serie basura de esas tan de moda en la televisión. O quizás una buena película, cosa menos común. Soy la que a las doce de la noche está rendida, pero aunque esté completamente agotada, siempre tiene un par de horas más para dedicar a esos a los que quiere tanto. Soy esa, la que se acuesta tarde para, una mañana más, volver a quedarse dormida, divagando, pensando, recordando, sonriendo, agradecida por vivir esta vida, con esta familia que siempre está, con estos amigos por los que lo doy todo, con este compañero al que adoro… y con este destino que, poco a poco, toma más forma, se vuelve un poco más real… y me gusta.

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