De música y esas cosas.
Para los que me soléis leer más o menos a menudo (los que menos, seamos sinceros), sabréis que no acostumbro a escribir sobre música. Pego alguna que otra canción que me cause algún tipo de emoción en ese momento, pero nada más. Si no hablo de música es porque no soy nadie para hablar de tal arte. Tengo mis canciones, mi música en general, pero no potestad para hablar de ello.
Sin embargo hoy voy a hacer una excepción. Bueno, excepción a medias. Hay un tipo de canciones que siempre despiertan en mí ciertos sentimientos, o mejor dicho ciertas sensaciones que no terminan de ser agradables del todo. Ojo, hablo de canciones, no de géneros musicales. Me refiero a ese tipo de canciones como son Mis Colegas (de Ska-P) o 20 de Abril (Celtas Cortos). Canciones que hacen referencia a un tiempo pasado, en ambos casos mejores que los actuales. Canciones que hablan de juventud y sueños pasados, perdidos en el olvido. Unos destruidos por la droga, otros por la edad. Por perder el contacto, por no saber conservar a las personas. O simplemente porque ellas no han querido conservarse y adaptarse a las nuevas situaciones, todo hay que decirlo. Para resumir todo lo que se me pasa ahora mismo por la cabeza, suavicemos la expresión diciendo que simplemente «los caminos se separan». [JÁ]
Hoy no queda casi nadie de los de antes, y los que hay han cambiado… han cambiado.
No es difícil saber porqué despiertan en mí este tipo de pensamientos. Mi vida ha cambiado mucho en menos de un año. No sólo he aprendido a valerme por mí misma, sino que he aprendido a estar sola, a crearme cierto tipo de responsabilidades (aunque de esto presumiré muy pero que muy humildemente, ya que no puedo alardear de un gran cambio, sino de uno chiquito), a decir las cosas en el momento en el que debo decirlas; a no callar lo que antes callaba, a desconfiar de la gente. Y lo que me asfixia, lo que me hace sentir desasosiego al escuchar estas canciones, no es más que ver que, si en un año he aprendido y he rechazado tantas cosas, qué va a pasar cuando haya quemado una década? ¿Dónde va a estar todo? Me ahogo nada más que de pensarlo.
Han pasado diez años. Mis colegas, ¿dónde están?
En fin, como siempre, acabo sintiendo esa impotencia que produce en mí el tiempo. Frustración e impotencia por no poder pararlo por mucho que lo intente. Porque si me da miedo que me salgan arrugas… imaginad el pánico que le tengo a despertarme un día y ver que aunque siga siendo joven por fuera… no soy más que una anciana por dentro. Puto tiempo. Ojalá un día mueras tú igual que morimos el resto.
Lilock.
Deja una respuesta