Porque hoy es otra vez 30.

30 octubre 2009 at 11:40 pm (Paraules d'amour)

Sí… por décima vez desde que es importante que sea 30, es 30. Puede no ser nada para mucha gente. Pero marca, como poco, el comienzo de mi vida junto a esa persona por la que darías todo. Hoy es otra vez 30, hoy hace diez meses que fue 30 de diciembre, el primer 30, el 30 más importante. Posiblemente estaréis pensando que no os enteráis bien de lo que yo quiero transmitiros ahora mismo. No importa, de ninguna de las maneras conseguiréis llegar a lo más profundo de esto, de ninguna forma podréis pasar de la débil superficie que dejamos que contemple el resto del mundo. Pero hay mucho más. Hay tanto… hay millones de segundos cargados de una esencia especial, cada momento único, cada historia protagonizada por el niño de pelo rebelde y la niña diminuta. Por un cucurucho y una oruga. Por un lobo y una cierva… por dos personas locamente enamoradas, locamente locas, enfermas la una por la otra… suficientemente ebrios de sentimientos… dame todos los 30 de tu vida.

Te amo pequeño

 

.Estoy hecha de pedacitos de ti.

Enlace permanente Deja un comentario

Nuevas rutinas

30 octubre 2009 at 5:17 pm (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Yo soy esa chica que cada mañana le pide cinco minutos más al despertador. Esa misma que, en lugar de cinco, pasa veinte entre las sábanas. Esa que por pasar ese tiempo en la cama, no tiene lugar a lavarse el pelo adecuadamente, por lo que se lo recoge en una coleta no muy aseada y, sin apenas tiempo de beberse el café, corre hasta la parada del bus para coger el último antes de que comiencen las clases. Soy esa que, dentro del bus, adora escuchar Sonata Arctica o Extremoduro lo suficientemente fuerte como para no oír el deprimente murmullo general de las ocho y veinte de la mañana. Soy esa chiquilla que llega a la parada del bus, mirando el reloj impaciente mientras hace el cálculo del tiempo que va a tardar en llegar a su facultad y si, una vez más, va a llegar tarde. Soy esa que da un alegre saltito para cruzar el tranco que hay entre el parking en obras y la acera, esa que lo hace sin importarle si parece infantil o estúpido, pues hace ya mucho que lo que la gente piense o deje de pensar le da igual. Soy la que, como siempre, entra tarde a clase de Análisis con la cabeza gacha, notando en la nuca la mirada severa pero permisiva de su profesor. Soy esa chica, esa que es de las pocas que no bostezan largamente al escuchar, a lo largo de dos horas seguidas, el relato de la Guerra Fría o el genocidio franquista. Soy esa que sale de clase con la necesidad apremiante de darle unas caladas al cigarrillo que le ofrece su compañera, que tiene hambre sonbre las once de la mañana (pues recuerda que no ha desayunado) y va y se compra una caña de chocolate, un donut o algo similar en la cafetería para devorarlo antes de que acaben los cinco minutos de descanso entre clase y clase. Soy esa que acaba más pronto que el resto sus clases, pues fue tan vaga al elegir optativas que se conformó con inglés básico, motivo de que su horario no llegue a las veinte horas lectivas a la semana. También soy esa que coge el bus de vuelta a casa, que entra en su apartamento, lava los platos de la noche anterior a ritmo de Marea, La oreja de van Gogh, Alex Ubago, Café Quijano o simplemente alguna canción a piano, de esas que llenan completamente el ambiente con sus espectaculares notas. Soy la que se hace de comer cualquier cosa que encuentre en la nevera y esté en buen estado, que vuelve a sentir pereza de lavar los platos que posiblemente fregará al día siguiente. Soy esa persona a la que a las cuatro le entra la morriña, se tumba, pega una cabezada. Soy esa a la que el hecho de que la alarma de incendios salte sobre las cuatro y cuarto le hace pronunciar una sarta de palabras ciertamente malsonantes, se da la vuelta en cuanto acaba y se vuelve a dormir, eso sí, siendo siempre despertada por el sonido del skype, del teléfono, o de la puerta. Aquella que pasa las tardes muertas pensando en lo que tenía que hacer y no ha hecho, pues estaba ocupada en buscar tonterías en el youtube, conectada al Messenger o simplemente mirando tuentis. Soy la que a las ocho le da por tener conciencia y comienza a pasar apuntes como una loca, porque, en fin, es la carrera. Mi sueño. Mi meta. Mi vida. Soy esa chavala que a las nueve y media tiene otra vez hambre y vuelve a asaltar la nevera en busca de algo comestible, algo que ha sobrado del medio día o alguna cena de cuestionable sanidad, pero eso sí, agradable al gusto. Soy la que a las diez se toma un té, se lía un cigarro y procede a fumárselo, placenteramente, viendo cualquier serie basura de esas tan de moda en la televisión. O quizás una buena película, cosa menos común. Soy la que a las doce de la noche está rendida, pero aunque esté completamente agotada, siempre tiene un par de horas más para dedicar a esos a los que quiere tanto. Soy esa, la que se acuesta tarde para, una mañana más, volver a quedarse dormida, divagando, pensando, recordando, sonriendo, agradecida por vivir esta vida, con esta familia que siempre está, con estos amigos por los que lo doy todo, con este compañero al que adoro… y con este destino que, poco a poco, toma más forma, se vuelve un poco más real… y me gusta.

Enlace permanente Deja un comentario

la luz al final del túnel.

28 octubre 2009 at 11:11 am (Divagaciones absurdas y ridículas.)

Como otra mañana más, me he vuelto a quedar dormida. Sí, triste pero cierto, en tres semanas lectivas que llevo creo que me he quedado dormida dos veces cada semana. Est0 me frustra, me causa desasosiego, ver que ni siquiera por lo que he dado todo soy capaz de esforzarme más, de llegar más arriba, de hacerlo mejor. Cómo me gustaría poseer una mirilla que, por tan solo un instante, me dejara contemplarme a través del tiempo, ver si me he convertido en lo que quiero convertirme (cosa que debido a mi ineptitud pongo ahora, aquí, en tela de juicio) o, por el contrario, acabar de una de las formas que yo considero bajas. Me gustaría saber qué va a ser de mí. Sí, a todos nos gustaría, es cierto, tan cierto como que el sol saldrá cada mañana y se pondrá cada tarde, que las aves migratorias, aunque el cambio climático les afecte, seguirán yendo y viniendo hacia lugares más cálidos. Pero yo lo deseo especialmente, sólo por el hecho de que al no poder desarrollar mi voluntad de la misma forma que puedo desarrollar otras virtudes, virtudes que ahora mismo, debido a mi cuestionable estado de ánimo por haber vuelto a fracasar una mañana más, no encuentro. A veces pienso que pienso demasiado. Sí, pienso demasiado y hago demasiado poco. Esa combinación podría volver loco a cualquiera. A cualquiera menos a mí, porque ya perdí la cordura hace más tiempo del que puedo recordar. Y no es locura de psicópata. Es locura de haber intentado entender este mundo, es locura de haber buscado soluciones a las preguntas de la vida, la locura de haber tenido inquietudes personales y universales… y no haber sido capaz de responder ni una sola. Esto te vuelve una persona con cierto nivel de apatía, con cierto nivel de desinterés por el resto de cosas. Qué error pensar que yo podía haberlos descubierto. Es más, qué error pensar que yo podía hacer algo con mi vida más allá de lo estipuladamente correcto. Porque como todos los jóvenes, yo vine para comerme el mundo… pero ahora… ahora prefiero que no haya ninguna luz al final del túnel, prefiero pensar que tras la muerte no hay nada, prefiero vivir esta vida como sea, de la forma que sea, formar parte de ese ciclo de la vida tan arraigado y tan indestructible, y luego, sin más, que mi alma se pierda en mil millones de partículas, que los recuerdos que tan importantes me resultan a mi no sean más que manuscritos vacíos y banales y no me hagan más daño, ni a mí ni a la gente que tanto amo. Que no haya luz…

 

Y como siempre, me decepciono al ver el deprimente resultado de mi escritura.

Enlace permanente Deja un comentario

Comencemos con buen pié…

27 octubre 2009 at 1:28 pm (Paraules d'amour)

Podría haberte dicho que me importas, que soy un millón de cosas, pude hacerlo y no lo hice, y no sé porqué; será porque es más fácil escribirlo o demostrarlo.

Sí, quería comenzar con este nuevo proyecto con esas palabras, muchos de vosotros (pero qué digo, nadie sabe de la existencia de este rinconcito cibernético, nadie va a leerlo, no sé porqué hablo para alguien) recordaréis esta frase, es de Alejandro Sanz. Sí, el mismo, una persona a la que considero un escritor más que un cantante. Si quería comenzar con estas palabras suyas era por un motivo muy concreto: tú. Sí sí, tú. La persona que ha llenado mi vida tanto. Porque yo también podría haberte dicho que me importas, pero pensé que no hacía falta. Podría haberme quedado a tu lado, pero pensé que podrías dar esa parte por mí. Quizás te exigí demasiado, quizás a mí misma demasiado poco.

A veces, realmente muchas veces pienso que no te merezco ni la ínfima parte de lo que te poseo. Sé que podría hacerlo mucho mejor, sé que podría… Sé que puedo. Quiero hacerlo. Tú te lo mereces, te amo. Sé que yo no te merezco… Pero aun así… quédate.

Enlace permanente Deja un comentario